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17 marzo, 2006

Jubilación



Actualmente, conocemos como jubilación el hecho de poner fin a la vida laboral de un trabajador, tras cumplir los años de cotización legalmente establecidos que le hacen acreedor a una pensión vitalicia. También conocemos como jubilación a la pensión en sí.

Llegados a este punto, el jubilado, libre de la obligación laboral que durante tantos años ha regido su vida, se encuentra con una gran cantidad de tiempo libre que llenar. Simplificando las cosas, se le plantea una disyuntiva, tomar una vía pasiva o una activa. O bien se dedica a sentarse en los bancos de los parques públicos y dar de comer a las palomas, titas, titas, matar las horas con interminables partida de naipes o dominó en el bar de la esquina, me doblo al pito, observar y controlar cuantas obras públicas se emprendan en la ciudad, ¿pero no ves que el pilar está torcido? y otras tareas igualmente vacuas. O bien sigue cultivándose con la lectura, emprende o reanuda los estudios que siempre quiso hacer o que nunca debió abandonar, realiza tareas creativas que no pudo llevar a la práctica con anterioridad por falta de tiempo o un sinfín de ocupaciones útiles que permitan mantener un tono vital.

Todo esto viene a cuento de la reciente jubilación de un querido compañero que, para su suerte y mi satisfacción, pertenece al segundo grupo. Y que ha sabido captar el significado del término jubilación que proviene del latín iubilatio, -onis, y del más reciente jubileo.

El jubileo era, entre los cristianos, la indulgencia plenaria, solemne y universal, concedida por el Papa en ciertos tiempos y en algunas ocasiones. Ello era motivo de una alegría desenfrenada que, proveniente del latín iubilum, conocemos como júbilo y que según reza el diccionario, es la viva alegría, y especialmente la que se manifiesta con signos exteriores.

Y, siguiendo con el diccionario, la tercera acepción de jubilación dice así: ant. Viva alegría, júbilo.

Depende ahora de todos nosotros que esa partícula ant-iguamente sea eliminada, si consideramos motivo de alegría la jubilación propia y las ajenas. Que es un final, pero también un principio.